Collage 2011
A Pablo, el más Jesus del barrio.
Frank Sinatra solía decir algo por el estilo:
“Siempre lleva caramelos en tus bolsillos, todos aman a las personas que reparten caramelos”
Y creo que no se equivocaba, nadie puede resistirse al poder del azúcar, sobre todo los niños y en este caso los adolescentes, que supimos empacharnos con los dulces que repartían los hermanitos Reid allá por la mitad de los años ochenta, claro que como siempre digo estos caramelitos nos llegan siempre un poco tarde, quizás por eso es que sabrían un tanto agrios. O será que los hermanitos, tan santos ellos, amparados bajo la cadena de Jesús y Maria, en realidad estaban bajo los embrujos de Lucifer Sam y nos repartían caramelos envenenados.
Bueno, si uno se detiene a analizar un poco aquella primera repartija golosinesca, no se encuentra de entrada con unos dulces Sugus coloridos, si no mas bien, con unos de esos caramelos, que luego de chuparlos un buen rato, se llegaba a un jugo acido en su interior, como una especie de bicarbonato azucarado, también algunos de esos caramelos que nos repartían los Mary Chaín, eran como los Media hora, que tanto le gustaban a mi abuela, oscuros y amargos, no hacia falta chuparlos demasiado para encontrarte con algo desagradable, pues ya eran feos de entrada.
La primera vez que leí algo sobre los Reid y compañía fue en una revista española, que compre en una tienda de libros y revistas usadas, en ella los citaban como unos subversivos sonoros, comparaban sus primeros conciertos con los de los Sex Pistols, y los citaban como la ultima reencarnación de la Velvet, el primer disco que oí de ellos fue Honey`s dead, pero, el que realmente me demostró todo lo que decía aquella revista fue “Psycho Candy”, en aquella primera repartija de caramelitos, los hermanitos regaban bellas melodías pop de un incesante ruido, que contaminaba todo a su paso, a puro acople, distorsión y feedback, nos tomaban por sorpresa desde la primera canción, la empalagante “Just like Honey” que nos introducía en plan balada, al maravilloso mundo del ruidito, los temas se van sucediendo unos a otros con fluidez, y da la sensación, de dejarnos con ganas, como si cada vez quisiéramos mas de estos caramelos envenenados, a pesar del veneno que los recubre como un envoltorio, sabemos que debajo de estas capas de puro ruido de guitarras saturadas, se encuentra una melodía que nos abraza y nos dice que todo va a estar bien.Claro, cada tanto nos endulzan con algún caramelito de miel, para calmar la carraspera que nos provoca tanto veneno, como “Cut dead” o “Sowing seeds” por ejemplo.
La receta de estos dulces es muy simple: una base sencilla pero muy sólida, la batería de dos cuerpos de Bobby Guillespie y el bajo ultra grave de Douglas hart, sirven para amenizar el famoso relleno letal, las guitarras de no mas de dos o tres acordes de William y Jim, distorsionar a gusto ¡y a disfrutar! Claro, si fuera tan fácil, todos seriamos ellos, pero no, creo que lo mas difícil y a manera de ingrediente secreto, están las melodías vocales, con influencias bien marcadas en Beach Boys, Ramones, Pogues, Phil Spector...
A pesar de su magistral obra, siempre me dieron la sensación de tipos comunes, como los típicos vecinitos freakis del barrio, que tenían una banda de rock y que podías encontrarte en cualquier momento, a la vuelta de la esquina, comprando caramelos para tener en sus bolsillos y poder repartirlos en el momento apropiado...
¡Y felices los niños!
genialisiimo!
ResponderEliminarGracias Bett, un abrazo!
ResponderEliminarAri, tarde pero seguro. Muy bueno el texto me gustó mucho, creativo. Te mando un abrazo, capo!!!!!
ResponderEliminarGracias hermano, me gusta escribir, pero a veces me cuesta, Vamos con efecto delay!!!
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