Trato de leer un rato, trato de relajarme y olvidar el malestar de garganta, el dolor de espalda, el cansancio, estado gripal hace un día. El libro en cuestión: “Pozoguerrilleroirascible” (Don Cornelio y la Zona, una biografía de los 80) escrito por el periodista Santiago Segura y editado hace muy poco por Vademécum. Muy bueno por lo que pude leer hasta ahora, muy detallado y con voces muy plurales de todes les involucrades, me pregunto si Palo se enteró de este proyecto antes de morir, creo que le hubiera encantado. Llegue al capítulo que se empieza a desmenuzar lo que fue de la grabación del primer disco de Don Cornelio y la zona, en el mítico estudio Panda, que dicho sea de paso se encuentra a unas pocas cuadras de casa en el barrio de Floresta. Varias veces haciendo cola en el correo que se encuentra enfrente del estudio, me preguntaba ¿Porque estaba ese mural con tantos músicos pintados, Incluido Palo, ¿en esa pared? Después de mucho tiempo me di cuenta del oso panda pintado a un costado de todos esos músicos. ¿Sera que este es el famoso estudio Panda? Y si, crucé la calle y vi el pequeño cartel que lo ratificaba, pero volviendo al libro, pensé lo poco que tuvieron que caminar los Cornelio para llegar al estudio, apenas unos pocos pasos desde donde ensayaban. Trato de avanzar en la lectura, cada vez me cuesta más fijar la vista, llego al testimonio de Calamaro productor artístico de la placa en cuestión, me detengo en “La luz de la cara roja” Habla de psicodelia, de experimentación, uso de drogas. Lo escucho, la fiebre está asomando, me cuesta prestar atención en la lectura, quiero seguir leyendo, pero abandono, solo escucho, ruidos, una puerta que se abre, de a poco me meto en la música, tiro el libro a un costado de la cama. Ya siento chuchos de frio, mucho dolor de cabeza y de nuca.
En el medio de este proceso febril, pienso en escribir una reseña de “Aquella tapa” sobre este disco, una imagen que, aunque muchos puedan pensar que no tiene nada que ver, yo relaciono con el primer disco de Almendra, Quizás solo sea la fiebre, pero esta idea me atrapa. Un personaje misterioso, dibujado en primer plano, y el nombre de la banda. Los dos discos son el primero de ambas bandas y eligen para darse a conocer una ilustración, y no una foto de la banda. Pero son opuestos en cierto sentido, en el caso de Almendra, el Payaso de la lagrima está compuesto por líneas curvas y colores vivos y el pajarraco de Cornelio con líneas rectas y colores tierra, las dos pirámides (Triángulos) Opuestos por su vértice superior le dan cierto dinamismo a la figura y marcan el centro de la imagen. Que parece atravesar una puerta, la luz viene de atrás, del fondo blanco ¿Sera que se está adentrando en la oscuridad? ¿Cruzando la zona? ¿O será que esos ojos desorbitados de huevo duro se deben a que vio algo aterrador en la Stalker? Lo cierto es que tanto la figura como la paleta de color, recuerdan un poco al cubismo, incluso los dibujos del sobre interno, bocetos, dibujos esquemáticos de personajes a mano alzada al estilo Picasso de la última época. Se nota que Nessy Cohen probo varias opciones hasta llegar al personaje final, y esta bueno que también lo muestren en el insert del disco. Una especie de urraca podría decirse, los cornelios lo llamaban “El Pakale” nos mira bien de frente un poco intimidante, en comparación al payaso de Almendra que nos mira de reojo y tímidamente. Diagonales, geometría, escala de grises y diseños al estilo afiche de la Bauhaus, se puede decir que son elementos visuales muy característicos de las imágenes que pueblan las portadas de cientos de discos Post punk.
Todo esto se me viene a la cabeza en un lapso de una hora, donde además recuerdo la última vez que tuve fiebre en estado gripal. Año 2003, me había mudado solo por primera vez a un departamento en un edificio llamado “Terrazas del sol” en Lanús Este, una construcción rara, futurista, estilo pirámidal, muy Bauhaus, que había sido abandonada por su constructora antes de terminar las obras, pasillos externos, diagonales, ventanales enormes, la casa estaba llena de duendes, literal, me había comprometido a restaurar unos 20 duendes de cartapesta que adornaban los pasillos de la galería “El paseo de la ciudad” Tormenta eléctrica, las ventanas temblaban mal, yo tapado hasta el cuello, temblando, contemplando el piso lleno de estos duendes maltrechos, todo muy surrealista. En ese estado febril tuve uno de esos episodios donde te queres levantar de la cama y parece que alguien no te deja, como si una entidad te presionara contra la almohada, muy loco y aterrador, por suerte hace rato no me pasa.
En el medio de este recuerdo, Amelia empieza a llorar en la cuna, no puedo alzarla me da culpa, pienso en la escuela ya falté la semana pasada para ayudar a Sil mi compañera que estuvo engripada antes, no quiero volver a faltar. No quiero pedir médico, se me vienen las palabras de El rosario en el muro:
“Aquella mañana él se despertó,
Casi sin aliento, con mucha tos”
Siento la cara roja, diagonales, los duendes, el colegio, los alumnos, los estudios Panda, el colegio Cornelio Saavedra. Tengo que enviar una tarea por classroom mañana, tengo que pensar en eso, pero no se me ocurre nada, hay un túnel una luz una salida, una señal en el agua, recuerdo que tengo unas actividades guardadas en la compu.
Amelia llora de nuevo, molestando a la oscuridad, quiero alzarla, la extraño, pero no quiero contagiarla, el jueves cumple tres meses. La puerta que se abre ¿Es el Pakale que cruza la zona? ¿Ella vendrá? ¿Quién la calma? Si, finalmente llega, es Sil que me trae un paracetamol, faltan dos horas para el horario en que me toca, pero lo tomo antes. No aguanto más, muchos chuchos, no puedo calentar el cuerpo. Me duele mucho la cabeza y la nuca, creo que es Covid por lo que me contaron. Finalmente baja la fiebre, a la mañana siguiente el autotest confirma la sospecha: Covid positivo, 5 días de aislamiento, a seguir leyendo entonces.